En un asunto tan importante como los test de ADN, especialmente para los casos admisibles en los tribunales, nunca es bueno dejar lugar a dudas. Idealmente, si se va a realizar un test que no sea un test de paternidad o maternidad, los padres conocidos, generalmente la madre o las madres, deben hacerse el test.
Un niño recibe la mitad de su ADN proveniente de su madre y la otra mitad de su padre. Debido a que la mitad del ADN que el niño recibe de la madre coincidirá exactamente con el ADN de la madre, comparar a la madre con el niño nos permitirá eliminar el ADN materno o ADN de la madre. Se sabrá entonces que el ADN no emparejado restante es el del padre biológico. Sin la capacidad de eliminar el ADN de la madre de la ecuación, no podemos decir que ADN es de la madre y qué ADN es del padre, por lo que aumenta enormemente la posibilidad de que los resultados no sean concluyentes.
No incluir a los padres conocidos puede requerir test adicionales, extendiendo así el tiempo y el costo necesarios para lograr un resultado concluyente. En general, si la madre está disponible para realizar la prueba, debe incluirse. En cualquier caso, la prueba aún se puede realizar sin la inclusión de la madre si no está disponible.
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